El senador Francisco Domínguez Servién se presentó en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) para entablar un diálogo en una sesión extraordinaria con el H. Consejo Académico. Durante casi tres horas consejeros académicos, alumnos, profesores y público en general mostraron su inconformidad en torno a la Reforma Energética.
En el auditorio Fernando Díaz Ramírez, el senador afirmó que llevaría todas las inconformidades ahí presentadas ante la “cámara grande”, sin embargo; José Luis Álvarez, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales expresó: “¡No le creo!” y redujo en un par de palabras lo que muchas personas ahí presentes queríamos gritar.
La razón es sencilla, sus argumentos nunca fueron claros, presentó un par de estadísticas con las que buscó convencer a un auditorio que refutó: México es una de las principales potencias petroleras y no hay prisa por una reforma energética.
Seamos claros, se ha intentado vender la idea de que la Reforma Energética beneficiará a los ciudadanos pues se reducirá el precio de la luz y el gas, sin embargo, el propio senador afirmó que reducir el precio de la luz y del gas llevará por lo menos 15 años si se aplica la reforma, pero no tenemos 15 años para esperar; el país se despedaza ahora.
En este momento la economía está decayendo: Consultores Internacionales, según el diario El Economista (14 de octubre de 2013), afirman que la economía mexicana presentará una crecimiento de sólo el 1.2% debido al estancamiento de Estados Unidos y a los fenómenos naturales que han afectado al país.
Hablar de Pemex es hablar de corrupción. Conocer Pemex es conocer a personajes como Carlos Romero Deschamps, el Rey Midas del Oro negro, que se ha enriquecido a costa de la corrupción manejada en dicha empresa, cuya hija presume sus viajes y lujos mientras Deschamps afirma tener las manos limpias, aunque si las mostrara se verían tan negras como el causante de las manchas.
Privatizar Pemex no es la solución, para salvaguardar los recursos naturales es necesario comenzar por defenderlos de nacionales y extranjeros que quieran aprovecharse de su poder para robar las pocas o muchas fuerzas de México. En realidad el petróleo no es de los mexicanos, es de unos pocos mexicanos que se han hecho cargo de ordeñar su puesto, de volverse millonarios a costa de él, de tocar cualquier cosa y convertirla en petróleo.
Lo sucedido el lunes 14 de octubre es una muestra de que la Reforma Energética no es aceptada por todos, el reclamo unánime en la sesión fue la no privatización de Pemex porque aunque quieran disfrazarlo de modernización, la verdad es que, según la Real Academia Española, privatizar es “Transferir una empresa o actividad pública al sector privado” y justo eso es lo que se pretende hacer con Pemex.
Así pues, la propuesta es derrumbar la impenetrable burocracia que se ha creado en Pemex y para ello no necesitamos manos extranjeras, bastaría con que cada quien hiciera su trabajo y se debe comenzar por quitar del poder a todos aquellos caciques dictadores que encabezan el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Tinta libre 