Que los muertos esperen, primero los vivos

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Ironía: vivimos siguiendo una serie de normas para no morir, para conseguir el descanso eterno, para permanecer en la memoria de quienes aún caminan por la tierra, damos tanta importancia a la muerte que nos olvidamos de vivir.

En México se rinde tributo a la muerte en muchos aspectos de la vida cotidiana que van desde el tradicional festejo de Día de Muertos en que los cementerios se llenan de flores de cempasúchil y veladoras, hasta que en muchos periódicos se coloquen a ocho columnas noticias sobre muertes y asesinatos.

El amarillismo en nuestro país de ha vuelto como una epidemia que va contagiándose de medio en medio y va aumentando la gravedad cuando el lenguaje exagerado se centra en la agresividad, el espectáculo y la tensión; como si no hubiera una forma más escrupulosa y cuidadosa de presentar la información.

Además del lenguaje escrito, los textos son acompañados con imágenes que muestran sangre, cadáveres, heridas, mutilaciones, etc. que tienen por objetivo llamar la atención de los lectores, pero que en realidad crean una pérdida de la sensibilidad puesto que ya nada parece nuevo, puesto que se ha vuelto tan cotidiano que asusta.

Asimismo, el amarillismo en nuestro país ha logrado crear una atmosfera de inseguridad extrema, por ello es que es tan común que tengamos tanto miedo a la muerte; por ello es tan común que tratemos de prepararnos para el momento en que nos toque convertirnos en parte de las cifras que cada día aumentan.

Existe una posible medicina para dicha enfermedad que podría reducir la epidemia y salvar a la prensa de morir entre exageraciones del lenguaje. Se trata de la adopción de un código deontológico que obligue a los periodistas a inyectar en los lectores la fórmula para una actitud crítica.

No se trata de hacer una completa digestión de la información antes de presentarla, pero sí de lograr que los propios lectores sean capaces de masticarla antes de tragarla directamente, de darse el tiempo de elegir qué es lo que consumirán y entender que sí bien, la muerte es algo cotidiano, la vida lo es aún más.

Así pues, es indispensable cuidar la forma en que la información se presenta, combatir el amarillismo y lograr que se festeje la muerte estando vivos, no convertir a nuestras audiencias en zombis que caminan esperando no morir. Se trata de logar que la vida sea vida. 

Acerca de Bibi Guva

Actualmente curso el 6to semestre de la Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Querétaro. Trabajo como reportera en el semanario Libertad de Palabra y soy parte de la empresa Quisque photography. He tomado dos cursos de fotografía, uno enfocado al fotoperiodismo y otro enfocado a la fotografía comercial.

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